Saldivia atacó siempre pero sin variantes. Erró en una proporción poco habitual y pese a mandar desde el centro del ring, sufrió en el achique, cuando intentó descargar al cuerpo.Con algún round perdido a mitad del combate, estaba claro que el comodorense no pasaba por su mejor noche y que Montenegro, ya con una molestia en la mano derecha, empezaba a agrandarse pensando en las tarjetas.
La victoria siempre estuvo en el bolsillo del local, pero quienes predecían un nocaut explosivo terminaron comprobando que el boxeo no es una ciencia exacta. Desenfocado, con problemas para imponer el ritmo y con alguna sensación de ahogo infrecuente, el Tigre parece seguir afirmando su vuelta. Quizás haya que pensar en el efecto post-lesión, en la sobreexigencia o simplemente en una noche para el olvido. En el gimnasio estará la única respuesta sabiendo que en diciembre se viene otro exámen, seguro aún más exigente. Reuque, Miranda o el que pinte.
El sanjuanino recurrió con habilidad a pasos laterales, achicó la trayectoria de los golpes y peleó con extrema concentración a lo largo de las diez vueltas animándose inclusive a contragolpear. Utilizó al jab como herramienta estratégica y tuvo piernas para sostener su planteo de principio a fin. Y así demostró no solamente no ser un rival de ocasión, sino un jeroglífico que Saldivia nunca logró descifrar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario