Triste e irremediable final

Nunca la frase del inefable Roberto Durán pareció quedar tan fuera de foco. A veces el boxeo suele pasarle crueles facturas a sus legionarios. El temible Zurdo de cuello impresionante y resoplidos que metían miedo, encontró en la tierra de las ballenas el lugar de su última función. Noqueado por el guapo Oscar Daniel Véliz, quien en un gesto de nobleza pleno, le agradeció en el ring, tanta gloria.
Vásquez aceptó finalmente lo que muchos le pedían: colgar los guantes, olvidarse de las piñas a los 42, jóven para una vida sin boxeo."Esta es la última, a lo mejor no es la manera que me hubiera gustado pero hay que saber aceptarlo. El chico me ganó bien..." aceptó sin excusas el santafecino.
La pelea tuvo lógica. Véliz dominó a partir de no ofrecer blancos fijos, de moverse y quitarle ángulo al tiro picante de su rival. Conectó de contra y jamás se prendió en cruces. Así exigió al Zurdo, sin demasiada distancia para "tirar", expuesto en cada avance.
Pudo haber sido un nocaut rápido. El local acertó un cocktail de izquierda-derecha al mentón y el ex doble campeón del mundo, se fue al piso nomás en el primero. El respeto y las peleas vistas por televisión, le impidieron a "Escopeta" rematar su obra.
Vásquez nunca dió signos de recuperación. Entendió que a la potencia se la debe acompañar, con piernas y concentración, terminó quebrándose antes de tiempo. Con el rostro enrojecido y sin salida, sufrió de ahí a la definición. Véliz, más estilista que pegador, no arriesgó sabiendo que la zurda venía con dinamita incluída y fue llevando agua para su molino mientras la gente vislumbraba el final. En el séptimo, otro avance frontal de Vásquez encontró una combinación que lo tiró ya por toda la cuenta.

Ismael Tebes
ismatebes@gmail.com
Foto: Juan José Defocattis (Diario Jornada).

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