“Escopeta”, el primer madrynense campeón


Una derecha venenosa, abajo, en un cruce de esquina cerca estuvo de derrumbar los sueños de campeón. Battaglia, guapo, siempre yendo al frente metió el mandoble exacto para aflojar las piernas de “Escopeta”. La cuenta llegó hasta “ocho” de parte de Carlos Roldán, el árbitro de la contienda. Allí, paradójicamente, cuando se vivía el octavo asalto, comenzó a sentirse campeón, el futuro campeón. Reestablecido, con el rostro preocupado aún, Véliz se plantó: ante su rival y de cara a la gloria. Quería gloria. Y la gloria llegó cuando la voz oficial de la velada manifestó el triunfo por puntos en tarjetas sucesivas que lo vieron ganador al partido mendocino pero madrynense de corazón: 116,5 a 112, 115 a 112 y 117, 5 a 115,5-las tarjetas de Cerdán, Palmieri y Sandín- serán, para siempre, los registros que el pupilo de Osvaldo Romero va a atesorar para contarle a hijos y a nietos que alguna vez se tuteó con el néctar del éxito.
Palo y palo, todos festejan
No es el más carismático “Escopeta”. Sin embargo, el viernes en la noche, el sanrafaelino pudo haber iniciado un romance con el público de la ciudad. El “dale campeón, dale campeón”, o bien las diversas arengas para, sobre todo, salir de los malos momentos, iban bajando a medida que se estiraba el combate que supo de segmentos muy interesantes: de movida quedó establecido que el visitante sabía a qué jugaba. Joven, elástico, con “pimienta” en las manos, Battaglia escogió como táctica abalanzarse sobre su adversario. El round de apertura mostraba al bonaerense más suelto y armónico que “Escopeta” que transmitía nervios, luciendo como “atado”. Hasta que se soltó y por suerte ello fue en la vuelta siguiente. Desde el segundo asalto Véliz gobernó los tiempos de la pelea parándose para contragolpear. Esperaba los embates y allí, oportuno sacaba, preferentemente, los cross de izquierda que dañaban a Battaglia.
La tónica fue similar a lo largo de la escena: Battaglia ganando el centro del ring y “Escopeta” sobrio para defenderse con la guardia bien armada y altiva y veloz para asestar los golpes oportunos.
Fue dicho en la previa, Daniel Véliz es otro Véliz y volvió a quedar demostrado: ya desde el aspecto físico intimida. Los 72, 574 kilogramos acusados en la báscula asemejan a una obra artesanal: mucho gimnasio y disciplina, esa es, sin tantos rodeos, la clave del asunto.
Battaglia, sostenido en su fortaleza intentaba “romper” abajo pero dejaba flancos muy expuestos que eran aprovechados por Véliz que, inclusive, casi le corta la cara debajo del pómulo izquierdo. Fue un “peleón”. Con todos los matices. Hasta la zozobra de ese instante letal del octavo round cuando parecía que el título se iba a Pergamino. Pero Véliz se levantó y anduvo, y se dio tiempo para incentivar a la gente moviendo los brazos en medio de los cruces con Battaglia.
Ahora se abre un nuevo camino. En el horizonte habrá peleas en el exterior, y por qué no una revancha tardía pero con aroma a oportuna ante el “Chino” Mora, el máximo exponente de la categoría. El trabajo tuvo sus frutos y “Escopeta” tiró al blanco de la ilusión. Por amor propio y ganas, acertó.

Fuente: Diario Jornada.

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