El nocaut conseguido en el 8º asalto por el misionero Diego Silva (53,400 kilos) frente al chubutense Ramón Torres (53,500), en el gimnasio municipal de Berisso fue, indudablemente, uno de los mejores del año. Ese 1-2, un preciso jab zurdo seguido de un tremendo cross diestro, dio por tierra al sureño por toda la cuenta y le permitió al pugilista radicado en La Matanza el objetivo de sostener por primera vez el cetro sudcontinental gallo y también la posibilidad de mejorar su 7º en el ranking mundial OMB para ilusionarse con una pelea mundialista en un futuro no muy lejano frente al titular del organismo, el filipino Gerry Peñalosa.
De todas formas, Silva debió remontar una pelea que se diferenció nítidamente en dos segmentos: del 1º al 3º capítulo, cuando su rival tomó el centro del ring, propuso la pelea y lo derribó en el 2º con un cruzado de derecha, y otro, del 4º hasta la definición, en el que el monarca, con velocidad, contundencia y mayor resto físico, se llevó por delante a su oponente y definió el combate.
Enrique Rodríguez. La Prensa.
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