
Omar Narváez ratificó que ocho meses sin acción, no le quitaron ni distancia, ni tiempo de ring. Lo que a cualquier boxeador tradicional, le hubiere resultado, una inactividad casi fatal al "Huracán" le significó sólo lucimiento ante un rival que resistió la distancia y que terminó compartiendo el aplauso final con la gran figura de la noche. Con la síntesis de su estilo basado en velocidad, movimientos precisos y descargas en todos los planos, el campeón mundial mosca se anotó una inapelable victoria por puntos al cabo de diez rounds, que le sirvieron para reencontrarse con el público y preparar el terreno pensando en el 15 de mayo, la fecha tentativa para la defensa obligatoria ante Jesús Jiménez.
En cada asalto, el trelewense se encargó de regalarle a la gente, muestras gratis de su repertorio técnico. Como siempre, “leyó” rápido las pretenciones de Santiago Acosta quien no encontró terreno para lanzarse al ataque y por el contrario, pareció frontal y permeable ante las combinaciones de Narváez. El dominio se fue acentuando con el avance del cronómetro. De menos a más, la paciente tarea de desgaste se hizo evidente y aún quienes no manejan los detalles “finos” del abecé boxístico, interpretaron los movimientos ejecutados por el de Trelew. Marcó distancia, impuso el ritmo y sumó en ofensiva, llegando a los planos altos del platense y desnivelando en cada impacto al cuerpo. La escala ascendente lo mostró como dominador absoluto mucho antes de la mitad del match. Se veía venir una cátedra de definición en el “Socios Fundadores” pero Narváez optó por sumar. Le dio a Acosta los márgenes mínimos de subsistencia y el rival hasta pareció tomárselo en serio a la altura del séptimo cuando el platense sorprendió al rey mosca OMB con tres manos certeras al mentón. De ahí hasta el final, llegaron los lujos. Las tarjetas dieron 100-92 (Alderete); 100-91,5 (Alvarado) y 100-91 (Roa) aunque las diferencias se observaron a simple vista. Narváez tuvo la vuelta que esperaba, sintiéndose en plenitud y con el objetivo de meterse en la “ruido” de una división, que paga poco pero exige como cualquier otra.
IT/Fotos gentileza Walter Calderón.
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