Boxeando como en el primer mundo, desatando un vendaval de golpes por cada round en clara misión destructiva a Luis Carlos Abregú no le costó demasiado retener por primera vez el título sudamericano de los welters. En un colmado Delmi (diez mil personas) sobraron piñas y adrenalina entre dos que lo arriesgaron todo. Abregú –más local, imposible- ratificó que es cosa seria y que la experiencia americana, le sirvió para “mejorar” su propia artillería. Es cierto que el tucumano adoptado por los fanáticos salteños, tira y mucho, sino que además lo hace en función de una estrategia nada sanguínea.
Los desafíos y constantes retos no sacaron al “Potro” de la concentración, El objetivo siempre fue destruir a un rival que mientras pudo, mostró las uñas. Reuque no rehuyó jamás a la lucha y apostó a sus manos, sobre todo en el primer asalto.
Ahí se observó la diferencia de velocidad y precisión en favor del norteño, que lanzó siempre con efecto misilístico empleando combinaciones que parecían ser imperceptibles. El Munra derrochó actitud en esos tres minutos en los que la pelea reflejó alguna sensación de paridad.
Ya en el segundo, Abregú desató la tormenta y se arriesgó al desborde, inclusive tomando riesgos. Tras una incontable andanada de manos, mandó a la lona a Reuque quien sin dar muestras de recuperación plena, volvió a ser blanco de castigo. De nuevo al suelo para la segunda protección del árbitro Ruben Stella.
El Munra terminó el asalto tambaleante y con poca respuesta por lo que la definición no sorprendió a nadie en el tercero. Golpeado y superado claramente por un rival que jamás atenuó su presión ofensiva, en apenas treinta y cinco segundos recibió un gancho de derecho y un posterior izquierda a la sien que ésta vez estiró la cuenta hasta el out.“Yo quería noquearlo, pero no así de esas manera tan mal, de esa manera tan fea. Esto es deporte y se dieron las cosas así”, dijo conmovido por el desenlace, el campeón sudamericano.
Ismael Tebes.
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