El pesaje: Alivio para dos


La tensión era inevitable. Cuando Omar Narváez y Rayonta Withfield coparon el centro de la escena, el silencio acompañó cada gesto, cada señal. Rafael López Santos, el mexicano veedor de la Organización Mundial de Boxeo advirtió que la balanza se “fijó” inicialmente en 50,80 kilos.
Arriba el campeón, primero y con slip negro. El chubutense clavó 50,50 y sus hermanos festejaron el primer golpe de efecto mientras Omar celebraba con los pulgares hacia el cielo y aparecía una bandera argentina, la misma que el grupo exhibió en Vigo frente a Pozo.
Con un ciclista oscuro, su rival hizo lo propio pasada la euforia. Con algo más de suspenso, la aguja mostró el límite de la división: 50,80 con alivio incluído para el grupo extranjero. “En la noche anterior al pesaje, ya estaba en categoría. Hasta se dio el lujo de almorzar pescado con tomate y en las últimas horas, no se movió. Está mejor que nunca y no hay dudas de que el título se queda en casa”, explicó Marcelo Gutiérrez.
La mano lesionada no será un problema. Narváez ya se sometió a una infiltración que previene cualquier circunstancia extraña sobre todo en una antigua lesión en el segundo y tercer metacarpiano de la mano izquierda, una molestia que no guarda vinculación con el ya olvidado accidente en moto.“Todo me incentiva para subirme el ring y dar todo por la gente. Al rival habrá que acortarle la distancia en todo momento y ser muy veloz de piernas y de manos. No hay que dejarlo escapar”, dijo Narváez en un improvisada ronda de prensa. Al referirse a la altura del retador, el campeón adelantó que la cintura jugará un rol clave. “Es cierto, habrá que mover mucho el torso para trabajar en la zona media y corta. Ahí estará nuestro plan para atacarlo en todo momento”.

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