Arriba el campeón, primero y con slip negro. El chubutense clavó 50,50 y sus hermanos festejaron el primer golpe de efecto mientras Omar celebraba con los pulgares hacia el cielo y aparecía una bandera argentina, la misma que el grupo exhibió en Vigo frente a Pozo.
Con un ciclista oscuro, su rival hizo lo propio pasada la euforia. Con algo más de suspenso, la aguja mostró el límite de la división: 50,80 con alivio incluído para el grupo extranjero. “En la noche anterior al pesaje, ya estaba en categoría. Hasta se dio el lujo de almorzar pescado con tomate y en las últimas horas, no se movió. Está mejor que nunca y no hay dudas de que el título se queda en casa”, explicó Marcelo Gutiérrez.
La mano lesionada no será un problema. Narváez ya se sometió a una infiltración que previene cualquier circunstancia extraña sobre todo en una antigua lesión en el segundo y tercer metacarpiano de la mano izquierda, una molestia que no guarda vinculación con el ya olvidado accidente en moto.“Todo me incentiva para subirme el ring y dar todo por la gente. Al rival habrá que acortarle la distancia en todo momento y ser muy veloz de piernas y de manos. No hay que dejarlo escapar”, dijo Narváez en un improvisada ronda de prensa. Al referirse a la altura del retador, el campeón adelantó que la cintura jugará un rol clave. “Es cierto, habrá que mover mucho el torso para trabajar en la zona media y corta. Ahí estará nuestro plan para atacarlo en todo momento”.
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