Con más peso no tiene lastre

Omar Narváez arrasó en la tarjetas con el nicaragüense Eberth Briceño y se convirtió en campeón mundial supermosca. El salto de categoría no le quitó boxeo al “Huracán” que volvió a cautivar en otra noche de Luna Park.
Ni de amateur, ni de profesional. Omar Andrés Narváez se convirtió en todo un karma para el nicaragüense Eberth Briceño que nunca pudo descifrar –con o sin cabezal- el acertijo que representa un boxeo casi universitario. Y el Huracán que no sólo cambió de categoría sino de atuendo, demostró en pocos minutos que también puede picar como una avispa con algunos kilos de más. Ganó en potencia y preservó su velocidad para entrar sin pedir permiso, desactivando cualquier guardia. En el tercero empezó a marcar tendencia el sureño, duelo de la distancia y de los golpes más claros. Calentó motores desde el eje invisible del ring y puso en evidencia, las cartas de Briceño: mucha guapeza, predisposición para pelear en la corta y coraje extremo para tomar riesgos, aún en momentos de desconcierto. Narváez se hizo dueño y volvió a regalarle al exigente público del Luna, de exquisito paladar negro, una función exclusiva. Pegó primero, caminó el cuadrado con autoridad y combinó con una precisión total en todos los planos. Briceño nunca salió de su incomodidad al punto de incurrir en foules que le significaron recibir advertencias y descuentos de puntos en el quinto, octavo y undécimo asalto. Por si a las dificultades propias que le planteaba un rival inalcanzable, el nica empezaba a resignar ante los sucesivos “menos uno” en su tarjeta. El “Huracán” prevaleció casi como único dueño de la pelea en el segundo segmento. Pegó y jugó pese a sufrir un corte en la ceja, producto de una cabezazo. La amenaza del foul y el avance frontal de Eberth Briceño se convirtieron en una amenaza para el patagónico que debió corregir los ángulos para atacar y sobre todo, escaparle a alguna posible nueva herida. Narváez volvió a meterse a la gente en el bolsillo. Demostró oficio de supercampeón, extrema frialdad para estirar la diferencia y sólo quedó en deuda a la hora de definir. En parte porque Briceño mostró un mentón de concreto y la cabeza del visitante oficiando de tercer puño, una amenaza total. Una cuestión de circunstancias.
IT/Foto Daniel Feldman.

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