Narváez-Withfield: la hora de la balanza

El delgado hilo de las palabras se consume para campeón y retador. Omar y Rayonta cuentan las horas para treparse al ring mientras hoy a las 17 en el Portal de Madryn, céntrico shopping, cumplirán con la no siempre grata ceremonia del pesaje. El denominado “round sicológico” los encuentra a ambos, optimistas a su manera. Narváez reconoce tener una preparación casi óptima, una versión mejorada de sus anteriores exposiciones en la Provincia y le agrega un plus de experiencia que le da su condición de rey mosca OMB. Igual, trámites son trámites y hasta que la balanza no marque lo que estipula el reglamento, ninguno podrá sacarse de encima la pesada carga que implica cerrar okey, el proceso previo de una pelea mundialista. La concentración en Madryn del “Huracán”, la llegada de Jonathan Barrios y Diego Silva, la atenta mirada de su entorno familiar-boxístico y el habitual profesionalismo en el que suele desenvolverse hacen que Narváez acapare los boletos, por sobre cualquier récord que pudiera quebrar. El campeón se siente plenamente local, metido en el afecto de la gente y dispuesto a rendir el examen que él mismo, asumió como pendiente. Ni frente a Carlos Támara, ni en la noche del triunfo sin brillo ante Alejandro “Payasito” Hernández, el campeón del mundo asume haber lucido en su máxima expresión. Y por eso, Withfield da vueltas en la cabeza como una suerte de reivindicación. Una demostración, por si hiciera falta, de su dimensión deportiva.Salta a la vista la diferencia de talla. El retador yanqui le saca una cabeza y algo más, lo que en la teoría resulta el primer aspecto a resolver. Para achicar sin exponerse a los larguísimos brazos del moreno, se recomienda pies hábiles y sobre todo, una cintura encendida para focalizar los mejores ángulos de ataque. El rubro velocidad jugará un rol fundamental. Narváez promete ahí, desplegar toda su artillería en función de “tocar” sin ofrecer blancos móviles, bloqueándole a Rayonta toda vía posible de escape.Withfield es un misterio táctico ya que desde que pisó suelo patagónico, nadie pudo verlo siquiera vestido de boxeador. No hubo cámaras ocultas, ni ojos indiscretos en el gimnasio Municipal donde entrenó junto a su equipo. A primera vista, parece difícil que su contextura encaje en los 50 kilos y monedas de la categoría pero el americano resulta ser un mosca atípico. Con más aspecto de basquetbolista de NBA que de boxeador profesional, “Mantaraya” no se guardó nada en el jueguito verbal. Se autopostuló como el campeón futurista, un peleador de la nueva generación al que no parece pesarle la responsabilidad. En sí, el morocho parece estar un escalón arriba de los últimos aspirantes que despachó el argentino.Es número uno del ránking, rival obligatorio, invicto y en la cima de su carrera que a pesar de no exhibir, nombres rutilantes justifica con creces esta chance que tendrá a muchos kilómetros de su Augusta natal.El Nuevo Palacio Aurinegro volverá a ser el mejor teatro para un título del mundo en el Chubut (uno más y van) y también el escenario para que el campeón de la Patagonia interprete la melodía con guantes que todos quieren escuchar.
Ismael Tebes/Diario Jornada.

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